El gobierno, los directivos, los trabajadores y la sociedad todos son responsables de la buena promoción de la productividad, ya que generalmente en el proceso de la gestión surgen temores, a las nuevas experiencias; a la disminución de empleos o al desempleo y, por tanto, a las cargas de trabajo desbalanceadas. Por último, también existe el temor a la mala distribución de las ganancias con al mayor productividad.
En todo esto, el gobierno tiene las siguientes funciones; propagar el concepto de productividad y financiar las instituciones que la promueven. Igualmente, procurar un desarrollo económico equilibrado, a fin de sostener y aumentar el empleo total. Asimismo, regular los precios y, en resumen, crear todo tipo de condiciones favorables a la productividad.
Con base en lo anterior, toda dirección empresarial adquiera la tarea de reconocer y aceptar el concepto de productividad. El segundo paso, será favorecer los adelantos técnicos y utilizar las técnicas modernas de dirección, lo cual conseguirá desarrollar buenas relaciones obrero-patronales, las cuales lograrán conseguir la confianza de los trabajadores en las campañas de productividad. Por otro lado, se deberá reinvertir utilidades y revisar periódicamente las políticas de salarios.
Por su parte, el papel de los trabajadores será, reconocer y aceptar las políticas tomadas por la dirección empresarial. Estar convencido de los cambios técnicos, y adoptarlos a fin de hacer un buen trabajo a cambio de un salario justo.
La sociedad, como última beneficiaria de estos procesos, tiene por objetivos, regular el nivel de población. Insistir en la calidad de los productos y que el precio sea justo. Igualmente fomentar la educación.
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